Historia de un (ex) empresario exitoso

Hace 25 años, siendo un comerciante mediocre, comencé a interesarme por el marketing.

Me llamó la atención un vecino mío que abría decenas de sucursales con formidable éxito y se convirtió en líder nacional en su nicho.

Era un «muchacho» de 30 años (25 años menor que yo), lleno de proyectos, energías y buenas ideas que en su momento eran innovadoras, al menos en el marco de las pymes.

Un día, con toda la inocencia de mi eterna inmadurez, lo invité a tomar un café para que me contara sobre su éxito meteórico y así aprender algo. Después de todo, nuestros nichos y potenciales clientes eran totalmente distintos.

Me mandó a «estudiar y leer libros». No me molestó su respuesta, pero no me gustó su tono soberbio.

Con haberme dado unos tips totalmente vagos me hubiera conformado. No esperaba un coaching, solo unas palabras de aliento.

El tiempo pasó y el marketing se hizo parte de nuestra vida cotidiana. Le hice caso: estudié cuanto curso encontraba sobre el tema (incluyendo las materias afines).

Me leí todo libro que aparecía, me suscribí a publicaciones, cursos y estudié en los tantos sitios online que trataban todo lo relacionado al marketing.

Mi pyme se transformó en una empresa 100% digital, con un equipo capacitado en las distintas ramas del marketing digital.

A pesar de las crisis económicas que azotaron nuestro país, pude crecer y convertirme en líder en mi nicho, superando todas las dificultades.

Empresas con más capital, experiencia y relevancia se fundieron, y mi «pequeña empresita» sigue brindando sus servicios a clientes hasta el día de hoy.

Pero este post no trata de mí, sino del vecino en cuestión.

Hace unos días me paré, solo como pretexto para tomar un respiro, ante la vidriera de un pequeño negocio: sucio, semivacío y abandonado.

Detrás de la vidriera atendía al único cliente un cincuentón avejentado… el famoso vecino que me destratό cuando le pedí un consejo. Ya sin sucursales, sin empleados y sin mercadería.

Sentí una gran decepción.

Aunque en Argentina un rico puede transformarse en mendigo de un día para otro, no esperaba que un hombre lleno de vivacidad y empuje quedara tan empobrecido teniendo una trayectoria de éxito y crecimiento.

Me dejó pensando sobre el valor de la humildad, de la autocrítica y la solidaridad.

Me dejó pensando en la importancia de la capacitación, la actualización constante y el aprendizaje.

En fin… una decepción más en el camino y una lección: a veces los golpes nos fortalecen.

Buenos Aires. 9-ENE-2023

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