Estos dos envases están hace varios años cerca de mi bañera. Semi vacíos sin que nadie los toque.

Son los que usaba Sara cada vez que venía a visitarme y se bañaba en mi casa.

Nunca quise tocarlos. Cada vez que me bañaba los miraba con reverencia.

Quién se anima a despedirse de algún objeto de su hija fallecida?

Una vez los usé porque se había acabado mi champú. Ay! cómo dolió tocarlos…

Hoy decidí despedirme de ellos. No quiero convertir mi casa en un santuario, mis recuerdos y vivencias están bien guardados en mi corazón.

Aún quedan en casa cientos de notitas al estilo “te quiero papu” con un dibujito. Generalmente un corazón.

Fotos, libros, documentos y regalitos que se fueron juntando en los rincones van apareciendo a menudo. Son los que forman parte de esas “pequeñas cosas” que conforman nuestro pequeño gran universo personal.

A veces pienso: en 30-40 años todas estas cosas tan valiosas irán a parar a la basura. Ya no tendrán valor para nadie.

Pero… dónde quedarán los recuerdos, las vivencias y todas esas “pequeñas cosas” que tengo en mi corazón?

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