El día en que morí no la pasé nada bien…
De hecho me dolió bastante y no fue nada placentero.
Además no fue como un sumergirme en un sueño, como algunos dicen:
Era más bien como una pesadilla
Al principio algunos se sorprendían por mi muerte,
sólo los más cercanos me extrañaban, me necesitaban,
Pero pronto se adaptaron e ignoraron mi ausencia.
El mundo siguió girando, la gente siguió su rutina y yo muerto.
Nada de luces resplandecientes ni sonidos angelicales:
sino oscuridad, silencio absoluto, soledad mortal y un abismo lleno de nada
Y frío, mucho frío.
Ese frío que produce la falta de sensaciones, de amor y caricias
Ese frío que viene cuando solo el eco de tus pasos te acompaña
Y dolor… mucho dolor. Que provoca llanto y desesperación
Y soledad, esa soledad que te llena de angustia y depresión.
Tu alma grita y nada cambia, ya se acostumbraron a tu muerte.
Y de pronto escuchas una melodía alegre, una canción.
Y una luz calienta tu cuerpo.
Y los sonidos te despiertan, los pájaros te dicen buen día.
Y tus conocidos te saludan y sonríen
Y los colores vuelven la oscuridad en una fiesta
Y te vas a trabajar: un nuevo día comienza
Y otra muerte que te suelta la mano para seguir un día más.