PLaza Lavalle

Buenos Aires
Plaza Lavalle: 22.00 horas a sólo 100 pasos del Obelisco.
Hace tres horas que la plaza está oscura, casi tenebrosa.
Hace cuatro horas que los oficinistas vaciaron el Microcentro.
Un silencio ensordecedor se hace dueño de la zona y los pocos transeúntes que se animan a cruzarla lo hacen presurosos, con miedo.
Los tacos de una jóven con botas resuenan y el Palacio de Justicia devuelve el eco.
Se sientan dos señoras que ponen comida en uno de los bancos y de sus narices exhalan vapor: ya hace frío en Plaza Lavalle.
Se cumple un rito diario: mágicamente emergen de las sombras otras sombras más oscuras que se congregan alrededor del plato en el banco sin que nadie los llame… Los atrajo el olor de la comida?
Un gato temeroso asoma su cabeza y no se anima… huele, mira pero no se mueve.. mucho riesgo.

Una hilera numerosa enfila hacia donde parte el olor, seres quebradizos, endebles, sumisos, encorvados y vencidos por el hambre. Algunos con cachorros.

Al fin, uno de ellos se anima y recibe en la mano un pan y una sopa caliente, una caricia y una mirada tierna.
Hasta los cachorros comen, todos en silencio.
Nadie habla, alguno apenas dice gracias con un gesto bajando la cabeza o cerrando los ojos. Vergüenza? Resignación?
El espectáculo diario dura unos pocos minutos y cada uno regresa a su oscuro rincón a pasar la noche, acurrucándose debajo de cartones para paliar el frío.

Llego a mi casa, me lavo las manos, me preparo para cenar y la escena martilla mis sienes.

Mientras como, pienso en los miles de personas con un destino similar al que acabo de presenciar. Cuantas “Plazas Lavalle” tenemos en nuestra patria?

Mañana será un nuevo día y quizás me levante pensando que sólo fue una pesadilla nocturna.

Pero por las dudas: no paso nunca más por la Plaza Lavalle a las 22.00 horas!

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