Mi amado amigo

Una tarde de verano me encontré en el centro de Buenos Aires con un amadísimo amigo de la adolescencia.

No te imaginas lo feliz que fui después de tantos años sin verlo.

En realidad nos cruzamos, de casualidad, unos años antes en un aeropuerto en el exterior por unos minutos.

Nos sentamos a conversar en la Pizzería Guerrín. Me acompañaba mi hija Odelia de 5 añitos en aquel momento.

Yo estaba tan entusiasmado!

Palabra va, palabra viene y me cuenta que trabaja “pasando cosas” de Panamá.

Yo que era medio tontín (ahora soy peor) no entendía. Que quiere decir “pasar cosas”?

Contrabando boludo! una coima aquí, otra coima allá y de eso vivo. Me quedó el pedazo de pizza atragantado, estaba rojo de vergüenza y muy triste por la decepción.

Bajé el bocado con un trago de Coca, pagué la cuenta, me despedí cortésmente y nunca más lo vi.

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