Hoy se cumplen 364 días del suicidio de Sarita, mañana será un año exactamente.
Anteayer fui a visitarla en su tumba. Me puse mi mejor saco, me vestí como a ella le hubiera gustado. Medio casual, medio elegante y le dediqué mi mejor oración cantada.
En el cementerio era la única persona presente (aparte de mi hermana menor, Ana, que se ofreció a acompañarme.
Agradecí el privilegio de que ella esté en un lugar hermoso, lleno de naturaleza y de pájaros de todos tipo cantando y custodiando su lápida.
Le hablaba suavemente, con ternura. Saruchi, Saruchi… mi dulce hija.
En realidad converso con ella casi a diario. Supongo que tanto hablar con ella e imaginarme que me responde, no durará mucho.
Nuevamente me asaltaron las dudas, si se podría haber evitado, si se la veía tan bien, que pudo ser un accidente. Bah… todas las especulaciones que sobrevienen cuando uno no tiene respuestas.
El dolor profundo, me dejó desnudo frente a lo mejor y lo peor de mí. Quedé destruido, pero no derrotado.
Ahora comienza la etapa del des-duelo. De saber convivir con la pérdida y el dolor a largo plazo de tal modo que el mejor homenaje para Sarita sea celebrar la vida con proyectos, con los valores que siempre compartimos y tratando de enfocarme en sus mejores momentos y no en su último momento. Su peor momento.
Con mis hijas no puedo compartir mis tribulaciones, quedaron demasiado vulnerables hace tiempo.
La muerte de Sarita me ha cambiado la forma de ver la vida, pero no se la ha cambiado al resto del mundo. Para todos los demás mi tragedia es una anécdota más que prefieren evitar.
Ahora tengo que aprender a convivir, trabajar y compartir con esa gente.
Tendré recaídas, altibajos, punzadas en el corazón, la respiración que se me corta o una descarga eléctrica que me recorre del talón a la punta de la cabeza.
Tendré pesadillas y sueños o de pronto me quedaré mudo, pensativo, mirando hacia la nada. Seguiré hablándole a ella o maldiciendo el día que nací y hablando conmigo mismo. Pero seguiré adelante.
Saruchi… cuanto te extraño!
Pensar que me dolía verte sufrir a veces y ahora este sufrimiento se ha vuelto mi fiel compañero que quiero dejar para que no me veas así.
Ahora dejaré de escribir un rato. Iré a tomar un helado y caminaré hasta el cansancio con tu sonrisa de un lado y mi dolor del otro.
Han pasado 364 días. He envejecido 10 años.

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Un comentario en “364 días – 10 años”

  1. Buenas noches… Aunque en estos tiempos despues de tanto ya no hay “buenos”. Conocí muy poco a sara, me hubiera gustado conocerla más. Tus palabras fueron muy conmovedoras, llore como si la conociera por años, mi mas sentido pásame. Saludos cordiales! 🌹

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